miércoles, 21 de octubre de 2009

Zotal en el gallinero

Tres eran tres, los cines del pueblo, los tres con su gallinero. Siempre me gustó el gallinero, ver desde arriba el desmadre infantil en la platea de La Catequística, que como expliqué era mi cine preferido. Un cine de niños, correteando, derramando gaseosa Fernández. En la platea las butacas, por llamarlas de alguna manera, chirriaban al son de la madera carcomida. Eran de tijera, por lo que te podías pillar los dedos fácilmente, cosa que hoy sería causa de varias manifestaciones multitudinarias, cartas al director y avisos del Ministerio en pantalla, todo en pro de los derechos humanos y la ecología. Bien, se me ha ido la olla... El gallinero de la Catequística: el gallinero de la Catequística olía, cómo no, a una mágica mezcla de zotal y esparto-enea con que estaban manufacturadas las sillas. Sí, sillas, tipo pueblo. Allí arriba no había butacas, dónde va a parar. Zotal, enea, esparto, chicle, gaseosa: el OLOR DEL CINE. Era un gallinero muy pequeño, imagino que si lo viera ahora me parecería minúsculo, pues el tiempo empequeñece este tipo de cosas. Sssssssshhhhhh!!! Empieza la peli.

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