lunes, 19 de octubre de 2009

Cine de pueblo, años 70, 2ª parte

Los rudimentos de un buen director de cine empiezan, sin duda alguna, por la vertiente física del cine mismo: el mismo cine. El cine en sí, vaya. Éste del que hablo, formaba parte de una trilogía de cines, los tres cines de la población. En primer lugar y contemplando los actuales baremos de calificación y evaluación, es decir, el share, la taquilla, tenemos La Calandria. La Calandria, bonito nombre para el cine más glamuroso de la época: un cine normal de pueblo, vaya, con sus terciopelos en pesadas cortinas y también pesado acomodador, ávido de propinas y parejas libinidosas a quien espiar y reprimir. Bar en vestíbulo. Pendiente de platea de 15º + o -. Proyectaban éxitos recientes, a sólo 3 o 4 años de su estreno en Barcelona. Era cool.

Para la Plata de nuestro podiun cinéfilo, tenemos el Casinet, el cine de segundo orden, a mi parecer con una sensibilidad artística propia y de decidido criterio en la elección de las proyecciones. Tenían la exclusiva de Disney, Bruce Lee y 007, que no es moco de pavo. Le sobraba, eso sí, el limón en spray, que sobremanera administraba el acomodador sobre nuestras cabezas.

En el próximo capítulo: La Catequística. El cine.

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